Category: Sabiduria

Quien tiene la razón?

En nuestra cultura, nos cuenta mucho reconocer la abundancia y el gozo en la sola experiencia de vivir y ha ido creciendo en el hombre la gran limitación generada por la errada interpretación conceptual que hacemos de cómo alcanzar el éxito, el bienestar y la felicidad. Nos desgastamos buscando respuestas fuera de nosotros mismos, nos desgastamos buscando en lugares equivocados…

Cuando hablo de “tener la razón”, me refiero a la idea falsa de creer que alguien tiene la capacidad de comprender mejor que los otros “la realidad” de la vida; es decir, las intenciones y las explicaciones que le dan sentido a los eventos, situaciones y sucesos que nos afectan individualmente y en nuestras relaciones con otros. Desde este raciocinio se da una condición muy simpática, y es que en la mayoría de los casos, esa persona que creemos goza de objetividad y comprensión superior, soy YO!

A nuestro Ego, le encanta creer que siempre tiene la razón. Además  como cultura, sostenemos la creencia falsa de que quien tiene la razón es el más poderoso, el más inteligente, el más valioso y el más exitoso; motivos suficientes para que nos mantengamos en una constante lucha de opiniones, juicios y creencias que nos alejan de la convivencia armónica y pacífica. Si tú crees tener la razón y además tienes una lista de juicios que justifican tu creencia, pero a la otra persona le pasa exactamente lo mismo; como podrán conciliar sus diferencias?

En esta lucha de poder, nos confundimos constantemente y colocamos el “tener la razón” por sobre la posibilidad de construir relaciones respetuosas, felices y armónicas.

Nos confundimos cuando al relacionarnos con otros, olvidamos que no vivimos en mundos objetivos, sino que nuestros mundos son interpretativos. Todo lo que observamos, pensamos, sentimos, decimos o hacemos está permanentemente afectado por  nuestro sistema de creencias propio, los juicios que nos habitan y la manera personal en que interpretamos la vida. No somos conscientes que es a través de nuestras interpretaciones que damos forma a  nuestra realidad. Parece entonces, que la realidad que percibimos, lejos de ser un reflejo de la “verdad objetiva”, es un reflejo del observador subjetivo que estamos siendo.

Entonces, quien tiene la razón?

Yo digo que quien tiene la razón, es aquel que es capaz de valorar sus relaciones y la construcción de su felicidad, por sobre los caprichos de su ego. El ego está convencido de que se las sabe todas, pero no tiene ni idea de que está sumergido permanentemente en una maraña densa de creencias limitantes.

Quien tiene la razón, es aquel que es capaz de ceder…Cede en sus creencias, cede en sus juicios, renuncia a imponer ninguna idea a otro y está abierto a escuchar con curiosidad y respeto a los demás para ir ampliando su capacidad de observar, su capacidad de aprender, su capacidad de co construir con otros una realidad más armónica, pacífica y unificadora.

Te invito al desafío de ceder voluntariamente “tu razón”, te gustaría probar?

El Camino de la Transformación Interior

“Dios no juega a los dados con el universo.

Tú crees en un Dios que juega a los dados y yo en una ley y un orden completos, un mundo que existe objetivamente.”

(Albert Einstein)

Normalmente vamos por la vida luchando contra nuestras dificultades, pensando muchas veces que aquello que vivimos es consecuencia de un error del azar y raras casualidades que de manera infortunada aparecen en nuestra vida para complicar y obstaculizar nuestro encuentro con la felicidad y el éxito.

Existe una confusión colectiva en nuestra cultura actual, donde muchos creen que el “regalo” de la vida, es parte también de esos devenires extraños que carecen de un propósito trascendente o profundo, como resultado de lo que podemos comprender desde el conocimiento que la cultura actual nos proporciona. No es de extrañar que creamos firmemente que lo importante de nuestra experiencia es aquello con lo que nos hemos identificado desde nuestra personalidad (sistema de creencias ancestral aprendido y casi siempre limitante unido al sistema de defensas particular o traumas personales) y confundamos lo que “Somos” con lo que hacemos, tenemos y sabemos.

Los seres humanos estamos todos inmersos en un continuo proceso de crecimiento y evolución, somos como niños que hacen parte de un gran colegio cósmico, donde vamos aprendiendo paso a paso, experiencia a experiencia a desplegar todo el potencial de sabiduría que existe en el interior de nuestro ser, es decir que a través de lo que experimentamos en carne propia se va refinando nuestra comprensión de la realidad, vamos entendiendo que todo cuando existe y sucede en nuestras vidas tiene un sentido pedagógico profundo, que existen leyes que rigen el orden universal y por ende nuestras experiencias, y que todos vamos transitando por un sendero de refinamiento y transformación de nuestro propio ser, que nos acerca paso a paso a nuestros anhelos más profundos.

Para algunos este transitar aún es inconsciente, para todos es obligatorio.

De la Inocencia a la Sabiduría

Todos sin excepción enfrentamos la vida como el marco para la búsqueda de nuestros anhelos más profundos, que en general se pueden resumir en dos aspectos: “encontrarse con el Amor y la Felicidad”. El ser humano haciendo uso de su intuición, desde siempre ha pre-sentido que estas son las dos más grandes lecciones que le dan sentido al propósito de su existir. 

La confusión básica, ha estado centrada en no comprender el sencillo método de prueba y error que tiene el universo y la vida para apoyar los diseños pedagógicos de los hombres, así como el desconocimiento del proceso natural y necesario que se requiere experimentar para pasar de la inocencia a la sabiduría. 
 

INOCENCIA  —->   IGNORANCIA —->  SABIDURÍA 

 
Muchos son lo que hablan de las bondades de la inocencia, como si fuera el estado ideal del ser. En realidad, es un estado de mucha belleza, si se tiene en cuenta que un ser inocente es aquel que carece totalmente de información y conocimientos, tal como lo es un hermoso bebé recién nacido, el cual está totalmente a merced del sustento físico-emocional, mental y espiritual que le puedan dar sus padres o adultos a su cargo. Este es el estado inicial del proceso de auto-transformación, al cual se le llama “Inocencia”.  Un ser inocente, es un ser puro debido a que aún no ha sido contaminado por la información cultural del medio y el sistema de creencias casi siempre limitante. No es responsable por las decisiones que se toman en su nombre, pues de hecho él carece de la información necesaria para poder tomar decisiones y menos podrá asumir las consecuencias que de sus actos se deriven. 

La buena noticia, es que el estado de inocencia no dura mucho en el Ser humano. Vemos que los niños a muy temprana edad empiezan a hacer suya la información cultural ancestral transmitida de generación en generación, asumiendo ideologías, hábitos, costumbres y comportamientos basados en las creencias específicas que forman su mundo mental particular. A esta etapa del proceso de auto-transformación se le llama “Ignorancia”, es la etapa donde el ser humano se contamina completamente de ideas que aún no han sido verificadas como verdades. Nos movemos por el mundo y tomamos decisiones desde creencias limitantes que generan resultados en nuestras vidas de sufrimiento, angustia, soledad e insatisfacción. Creemos en esta etapa del camino que las dificultades y lo que llamamos problemas se generan fuera de nosotros, por tanto, responsabilizamos al mundo, la vida y a otros de lo que inconscientemente generamos en nuestras vidas. 

Podemos creer falsamente que el estado de ignorancia tiene algo de “malo” y que es mejor evitarlo, sin embargo, como todo lo que experimentamos, esto también es absolutamente necesario y es el estado ideal donde podemos entrenarnos para a través del método de prueba y error empezar a hacernos conscientes que cada uno de los resultados que estamos obteniendo en nuestras vidas es a causa de las decisiones que libremente tomamos. Solo a través del error podemos aprender que es aquello que no funciona para lograr obtener los resultados que deseamos y de esa manera abrirnos a probar nuevas opciones. 

 Puede que seamos inconscientes aun cuando tomamos las decisiones que tomamos, pero eso no nos exime de los resultados que generamos en nuestra propia vida. 

Llega un momento en que nos cansamos de chocar contra la vida, nos cansamos de hacer resistencia a las situaciones y personas que están presentes y nos confrontan con nuestro malestar interior, a este maravilloso momento se le conoce como el estado de “Saturación”. Ahora es cuando el hombre siente la necesidad de verse a sí mismo, buscar nuevos métodos de acción que generen resultados diferentes y más satisfactorios. Por primera vez asume su vida, se hace responsable de sus actos y los resultados que genera. Se hace consciente que siempre ha cosechado de aquello que ha sembrado y que, si desea cosechar amor, paz y felicidad, el primer paso será hacer una siembra consciente de nuevas semillas llenas de amor, paz y felicidad. 

Del entrenamiento entusiasta, continuo y consciente de la práctica del método de prueba y error, que nos invita a fluir con aquello que funciona y genera los resultados deseados, dejamos de hacer resistencia a la vida y dejamos de sostener creencias que comprobamos a través de resultados que no son verdaderas. 

Finalmente, este será el momento en que iniciemos la etapa de “Sabiduría”, donde limpiemos totalmente nuestra mente del sistema de creencias limitantes y demos paso a las certezas, que generan siempre resultados de Amor, Paz y Bienestar. 

En esta etapa se retorna a la pureza, pero ya no desde la Inocencia del que nada sabe, sino desde el que ha limpiado se mente de las creencias de su propia Ignorancia y se mueve desde el Saber generado por los resultados comprobados en su experiencia. 

Son los resultados los que muestran la sabiduría que habita en un ser humano, no las ideas, las creencias, las teorías, la ilustración, el estudio, ni el conocimiento. Es esta la razón por la cual la sabiduría no se puede enseñar, ya que es la consecuencia de un proceso de desarrollo interior personal, que requiere entrenamiento, dedicación y mucho entusiasmo.